El Diluvio NO fue universal
Diluvio universal es el nombre de un supuesto acontecimiento mundial, relatado en textos de diversas culturas, ampliamente aceptado por varias antiguas culturas aunque en un contexto mítico que también se narra en el Génesis, primer libro de la Biblia, en la historia de Noé que es el castigo enviado por Dios. Y apareció por primera vez en un texto en la Epopeya de Gilgamesh.
Igualmente se utiliza la expresión diluvio universal para referirse a la creencia de un gran diluvio que afectó al planeta en la antigüedad. La aceptación de esta historia bíblica como real varía entre diferentes grupos, desde aquellos que aceptan toda la historia literalmente, los que la ven como una alegoría, pasando por quienes piensan que puede existir alguna base histórica que diese origen al mito.
En la tradición judeo-cristiana, el diluvio se narra en el Génesis, donde se cuenta cómo Noé construyó un arca en la que salvó a su familia y también tomó siete en siete, el macho y su hembra, y de toda bestia que no es limpia solamente dos, el macho y la hembra. (Génesis 7:2), siendo los únicos sobrevivientes en todo el mundo.
En el libro del Génesis en su capítulo 7, a partir del versículo primero, se narra detalladamente el diluvio, quizás la versión más ampliamente conocida por la humanidad.
Allí se explica que Noé, hijo de Lamec, quien era descendiente de Adán, a través de su hijo Set, fue advertido por Jehová del diluvio y le ordenó construir un arca. Noé lo hizo y “Y por causa de las aguas del diluvio entró al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos… De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra… El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas… y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches… Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió… Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca…Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” .
En Mateo 24:37-39, Jesús habla con sus discípulos y cita el Diluvio como un suceso real, para que extraigan una lección para el futuro. En sus cartas, el Apóstol Pedro también lo menciona (1 Pedro 3:20 y 2 Pedro 2:5,6; 3:5-7). El Apóstol Pablo lo incluye como ejemplo de fe en Hebreos 11:7. Dios mismo lo cita en Isaías 54:9 como garantía de que no se indignará con su pueblo.
El diluvio en otros textos judeo-cristianos
Igualmente, en otros textos judeo-cristianos considerados apócrifos, tales como el Libro de Enoc, se muestra que la historia del diluvio no sólo fue un castigo hacia los hombres que obraron mal, sino principalmente en contra de un grupo de ángeles llamados vigilantes, y los hijos gigantes de éstos llamados nefilim. Estos seres, según estos textos, habrían sido los causantes de un gran daño y desequilibrio entre los hombres, por lo que Dios habría decidido castigarlos y limpiar la tierra del mal producido por ellos, mandando este diluvio.
De esta forma se unirían las historias de estos seres nombrados en el Génesis 6 con el diluvio que comienza en el Génesis 7. Esta versión del diluvio bíblico se vería apoyada por un pasaje de la Biblia en el Libro de la Sabiduría (un libro Deuterocanónico), que cuenta que al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa (el Arca); y en ella estuvo la semilla de una nueva humanidad (Sabiduría 14:6).
La historia del diluvio en Mesopotamia
Muchos autores, como H. Blavatsky (Isis sin Velo, cap. 10) coinciden en que la versión del diluvio recogida en el Génesis (el primer libro de la Biblia) se basaría directamente en los textos del siglo XIV a. C. de la literatura de Mesopotamia, conocidos como la historia de Uta-na-pistim (dentro del Poema de Gilgamesh), ya que se observa una relación obvia al comparar los pasajes del mito de Uta-na-pistim con los del diluvio judeocristiano, a veces hasta textual, teniendo en cuenta que los pueblos hebreos en su mayoría tuvieron contacto con Mesopotamia y su cultura.
Básicamente el texto mesopotámico relata lo siguiente: Enlil decide destruir a la humanidad porque le resultan molestos y ruidosos. Ea advierte a Uta-na-pistim para que construya un barco. El barco se deberá llenar de animales y semillas. Llega el día del diluvio y toda la humanidad perece, excepto Uta-na-pistim y sus acompañantes. Uta-na-pistim se da cuenta de que las aguas bajan y suelta un cuervo el cual revoloteaba sobre las aguas yendo y viniendo hasta que se evaporaron las aguas de la tierra. Uta-na-pistim hace una ofrenda a los dioses y éstos quedan satisfechos por el sacrificio. Un relato muy similar es narrado en tablillas sumerias muy antiguas de la ciudad de Ur, en las cuales el protagonista a quien Enki/Ea previene del diluvio es Ziusudra. Lo mismo podemos ver en un relato de origen acadio, titulado Atrahasis, poema épico que relata desde la creación hasta el diluvio universal.
Estudio científico sobre el diluvio del génesis bíblico-mesopotámico
Aunque la mayor parte de las opiniones referentes al diluvio del génesis bíblico-mesopotámico se inclinen a pensar que tiene un origen mítico, el estudio científico no está totalmente de acuerdo de que absolutamente todos los aspectos no sean reales. En este sentido, los registros caldeos y bíblicos son los únicos registros que especifica lugares y períodos bien definidos que se pueden utilizar para un análisis científico. Un ejemplo de ello es que, según la historia descrita en la Biblia, la zona donde se ha posado el arca de Noé habría sido la región montañosa de Urartu (actual Armenia y Anatolia), según el relato caldeo en el monte Nisir de la cordillera de los montes Zargos (aunque la tradición cristiana posterior convirtió arbitrariamente la región de Ararat en el monte Ararat).
Sin embargo, la mayoría de científicos no creen que haya ocurrido un diluvio o inundación mundial que haya abarcado todo el planeta. Algunos de ellos teorizan sobre un posible diluvio o gran inundación en el pasado, pero ocurrido sólo en una zona geográfica específica del planeta. Debido a ello hay varias hipótesis que, en efecto, indican que en un período temprano de la existencia del ser humano, cuando ya existía el lenguaje, sucedió posiblemente alguna clase de catástrofe natural que se puede asociar a una inundación o diluvio que, aunque no abarcó todo el planeta, sí pudo haber sido el origen del mito.
Investigaciones sobre la existencia del Arca
Referente a la existencia del Arca, existe la versión de que en el siglo XX fueron encontradas en la cumbre del monte Ararat pruebas fehacientes de restos de una embarcación aceptadas por la arqueología. Las presuntas pruebas apoyadas por grupos creacionistas serían las siguientes: en los últimos cincuenta años, tras la aparición de unas polémicas fotografías en las que, según algunos investigadores, se apreciaban en las estribaciones de esta montaña formaciones naturales que ellos creen que podría ser restos de madera que habrían pertenecido a dicha Arca, las cuales no fueron consideradas concluyentes arqueológicamente. En 1950, el alpinista francés Fernand Navarra encontró restos de madera cuyo análisis mediante carbono 14 en distintos laboratorios ubicó la edad de los trozos de madera entre 650 y 760 DC, con un margen de error de 100 años. Sin embargo, aparte de ser un trozo de madera, no hay ninguna prueba científica que demuestre que haya sido usada en la construcción de un Arca. Del mismo modo, en la parte más elevada del Monte Ararat, en la zona este de Turquía, se postula que existen imágenes que se atribuyen a una gran “anomalía” que podría ser el Arca de Noé, de acuerdo a las investigaciones que Porcher Taylor ha venido realizando con imágenes satelitales desde hace 13 años. El tamaño de la formación, según las imágenes del satélite, 309 metros, equivaldría a los 300 por 50 codos que medía el Arca de Noé, como explica el libro del Génesis. Sin embargo, tampoco ha sido corroborado arqueológicamente, y geológicamente se ha señalado que es solo una formación natural.
Otras historias sobre diluvios universales
Las historias sobre un diluvio bíblico, o su versión de Mesopotamia, no son las únicas historias sobre esta temática. Así, igualmente existen otras historias de diluvios en otras culturas del mundo. En las historias griega e hindú aparece también la ayuda divina y un barco o arca.
Hindú
En las Escrituras védicas de la India encontramos a un rey llamado Svayambhuva Manu, que fue avisado del diluvio por una encarnación de Visnú en forma de un gigantesco pez (Matsya Avatar). Matsya arrastró el barco de Manu y lo salvó de la destrucción. El diluvio hindú fue mucho más devastador, ya que el agua no provenía de las nubes de este planeta, sino que se trataba de una creciente del océano que se encuentra en el fondo del universo. Esta versión es congruente con el desbordamiento del Mar Mediterráneo que inundó el área ahora ocupada por el Mar Negro, forzando a los supervivientes indoeuropeos de la zona este del Mar Negro a emigrar, en este caso hacia la India. El mito persistió al igual que en Mesopotamia.
Griega
La mitología griega relata la historia de un gran diluvio producido por Zeus, quien había decidido poner fin a la existencia humana, por haber aceptado el fuego que Prometeo había robado del Monte Olimpo. Deucalión y su esposa Pirra fueron los únicos supervivientes. Prometeo le dijo a su hijo Deucalión que construyese una embarcación, en la cual dispusieron todo lo necesario, y así sobrevivieron. Es importante destacar que el diluvio fue ocasionado por el viento Austro (del sur): "sólo se dio salida al Austro, el cual se precipitó a la Tierra cargado de lluvia", hecho parejo al de la mitología mesopotámica que puede ser explicado por el desbordamiento del Mar Mediterráneo formando, al norte, el Mar Negro.
Al terminar el diluvio, y una vez que se secó la tierra y las aguas retrocedieron al mar, el arca de Deucalión se posó sobre el monte Parnaso, en donde estaba el oráculo de Temis (Apolo aún no había nacido). Deucalión y Pirra entraron en el templo para que el oráculo les dijera qué debían hacer para volver a poblar la Tierra, y la diosa sólo les dijo: Vuélvanse hacia atrás y arrojen los huesos de su madre.» Deucalión y su mujer adivinaron que el oráculo se refería a las rocas. De esa forma, las piedras arrojadas por Deucalión se convirtieron en hombres, y las arrojadas por Pirra en mujeres.
América
El alma de los hombres se vio invadida por la codicia, la ambición, el egoísmo, el hambre y la sed de poder para doblegar a sus semejantes y así concentrar en pocas manos todas las riquezas.
La lucha despiadada entre unos y otros comenzó a crecer con los días y los meses, a tal punto que se fue generando un clima de violencia entre hermanos, con lo cual las sabias prédicas de Bochica se fueron olvidando.
Entonces Chibchacún, dios del bien y el mal, tiñó inicialmente los cielos con nubarrones negros. Luego hizo retumbar relámpagos y truenos que llenaban de sus- to a los habitantes de la comarca.
Cuando los indígenas se vieron cauti- vos de la tormenta, decidieron no salir de sus chozas.
Entonces, una llovizna monótona como letanías de agua, empezó a enceguecer el horizonte. Esta llovizna se transformó en lluvia franca que desembocó en un torrente interminable de aguas borrascosas que amenazó con inundar la Sabana. A los pocos días se había precipitado un violento aguacero, acompañado de rayos y truenos incesantes. La furia de Chibchacún se sentía por los cuatro puntos cardi- nales. Hacía mucho tiempo que Bochica había desaparecido del panorama. Los ríos y las lagunas del altiplano comenzaron a desbordarse y el volumen del agua a ascender amenazadoramente.
En pocas semanas el diluvio había arrastrado viviendas, árboles, cultivos y animales. La fuerza del agua los empujaba hasta los cerros orientales. Los hombres y las mujeres alcanzaron a huir con sus hijos cargados y algunas pertenencias hasta las cimas de algunos montes, mientras imploraban a los cielos el perdón por sus desmanes y debilidades.
Millares de criaturas temblorosas, tomadas de las manos, asustadas y arrepentidas, contemplaban desde las cumbres de las montañas que rodeaban la Sabana el enor- me lago que minuto a minuto crecía bajo el cielo ennegrecido por la tormenta. En coro unánime, rogaban a los dioses que cesara la borrasca. De un momento a otro vislumbraron un rayo de luz en el horizonte. La figura inconfundible de Bochica, con su túnica, cabellera y barbas blancas, apareció sosteniendo en su mano derecha una vara que blandía hacia el cielo.
Al instante la lluvia cesó, los truenos se acallaron, el cielo se despejó y se fue tornando azul.
Bochica se dirigió hacia una inmensa roca junto a la cima del cerro y mientras balbuceaba algunas palabras, tocaba las enormes piedras con su cayado, en medio del silencio abrumador de la comunidad.
La colosal roca, al contacto con la vara de Bochica, se fue abriendo por la mitad hasta formar un estrépito ensordecedor. Enseguida, fueron cayendo al lado opuesto del lago millares de piedras hasta formar un gigantesco orificio que conducía a un abismo. Las aguas de inmediato se precipitaron hacia el infinito como si fueran un potro de aguas negras salpicadas de rugidos y espumas. La Sabana volvió a ser la de antes, ahora más verde y más fresca. Por el oriente renació el sol vigoroso y dorado y las gentes comenzaron a gritar y a saltar, dando muestras de alegría y gratitud.
Bochica les hizo una señal con el cayado, indicándoles la mediación entre los terrestres y los dioses y como prueba de ello apareció en el horizonte el arco iris.
Por el abismo salvador brotó lo que hoy conocemos como el Salto de Tequendama. Los muiscas volvieron a sus labores y a sus actividades normales, despojados de maldades y codicias, preparados en su interior para enfrentar más adelante otras tormentas invasoras.
Inundación, Fresco Elias en Yaroslavl.
Mapuche
En las tradiciones del pueblo amerindio mapuche, igualmente existe una leyenda sobre la inundación del hogar de este pueblo o del planeta al luchar entre sí dos serpientes, llamadas Tren tren vilu y Caicai Vilu. El pueblo mapuche cuenta entre sus mitos con la fantástica leyenda del diluvio universal que reviste cierta analogía con el diluvio bíblico. Encarnan la leyenda dos serpientes, la llamada Tren tren vilu, protectora de los hombres, y Caicai vilu, enemiga del género humano.
Un día fueron Advertidos por la culebra amiga Tren tren vilu que la culebra enemiga les preparaba un exterminio mediante una terrible salida del mar y les instó a refugiarse en el cerro sagrado que ella habitaba, donde sólo unos pocos concurrieron. Producida la inundación, a medida que las aguas subían Tren tren vilu elevaba el cerro hasta acercarse al sol. Los refugiados se salvaron y los que fueron alcanzados por las aguas quedaron convertidos en peces, cetáceos y rocas. Así fue cómo se salvó la humanidad al bajar estos pocos hombres desde el cerro en el que se habían refugiado.
Maya
Para los k’iche’s, por ejemplo, la inundación fue producida por Uk’u’x Kaj (Corazón del Cielo) o Jurakan, Madre y Padre de los dioses, a fin de destruir a la raza de hombres de madera (Recinos 1984: 94-98; Christenson, 2003: 85-90). Fray Bartolomé de las Casas (1967, II:507) refiere también que entre los q’ekchi’s de Verapaz “había noticia de un diluvio y del fin del mundo, y llámanle Butic, que significa diluvio de muchas aguas y quiere decir juicio, y así creen que está por venir otro Butic, que es otro diluvio y juicio, no de agua, sino de fuego, el cual dicen que ha de ser el fin del mundo, en el cual han de reñir todas las criaturas.”
Semejante al anterior es un pasaje contenido en la Relación de la ciudad de Mérida (De la Garza, 1983, I: 72), mismo que confirma la creencia en diluvios sucesivos de agua y fuego, como también en un caimán que simbolizaba la inundación y la tierra.
En la obra "Historia de la América Central" de Enrique Gómez Carrillo, de 1906, donde el autor recopila documentos de la conquista y la colonia, principalmente del fray Francisco Ximénez, se describe cómo, a la llegada de los primeros misioneros cristianos, encontraron paralelos en los temas de la torre de Babel, las tribus perdidas, la caída de Lucifer, los viajes de evangelización de los apóstoles y, por supuesto, el diluvio universal. En un fragmento se describe de cómo el cacique de Nicaragua, sosteniendo un diálogo con Gil Gonzáles de Ávila, preguntó si ellos en sus historias, también tenían noticia del diluvio que había destruido el mundo antiguo.
Mexica
En el manuscrito mexica denominado Códice Borgia (Códice Vaticano), se recoge la historia del mundo dividido en edades, de las cuales la última terminó con un gran diluvio a manos de la diosa Chalchitlicue.
Inca
En mitología incaica, Viracocha destruyó a los gigantes con una gran inundación, y dos personas repoblaron la Tierra: Manco Cápac y Mama Ocllo. Únicamente sobrevivieron en cuevas selladas.
Uros
En el lago Titicaca, donde habita un grupo de indígenas conocidos por el nombre de uros o urus, existe una leyenda local que dice que, después del diluvio universal, fue en el lago Titicaca donde se vieron los primeros rayos del Sol.
Kawésqar
Para los Kawesqar, o Alacalufes, de Tierra del Fuego, una gran inundación tuvo lugar en el mundo cuando un joven cazó, para regalarle una buena comida a su novia, a una nutria (o coipo, según otra versión) que por tabú no podía ser cazada. Ésta era una criatura protegida por el espíritu de las aguas, quien, dolido por esta afrenta, hizo subir el mar para vengarse de toda la humanidad. Al final del relato, el joven y su novia se salvan al subir a elevados cerros. Luego son ellos los encargados de repoblar la tierra.
Taíno
Según una tradición de los taínos del Caribe, Yukiyu o Yukahua,"dios", creó una gran inundación. Se dice que se salvaron gracias a que se albergaron en el bosque fluvial del Yunque.
Ciclo Arca de Noé: 3. La inundación.
Guaraní
La Mitología guaraní de los nativos de América del Sur sostiene que durante el tiempo conocido como "Yvy tenonde" (primera tierra), los hombres y los dioses convivían libremente en ésta en abundancia y no existían enfermedades o penurias.
Hasta que un hombre llamado Jeupié transgredió el tabú máximo: el incesto, al copular con la hermana de su padre. Este hecho fue castigado ejemplarmente con un diluvio (Mba'e-megua guasu) que destruyó aquella tierra primera y produjo la partida de los dioses hacia su morada celestial.
Ñamandú, dios principal de los guaraníes, decide crear entonces una segunda tierra, aunque imperfecta. Solicita entonces la ayuda de Jakairá quien esparce una bruma vivificante sobre la nueva tierra. Los sobrevivientes del diluvio pasan a habitar esta tierra donde ahora existen la enfermedad, los sufrimientos y la muerte.
Desde entonces los hombres habitantes de la "nueva tierra" conocida como Yvy Pyahu están condenados a la eterna búsqueda de aquella primera tierra perdida que llaman: "Yvymara'neỹ" (Tierra Sin Mal).
Pascuense
La tradición del pueblo de Isla de Pascua dice que sus ancestros llegaron a la isla escapando de la inundación de un mítico continente o isla llamada Hiva.
Moussaye
En la nación africana de Chad, la tribu moussaye en su mitología cuenta la historia de que una vez una familia vivía en un lugar remoto, y que cierto día, la madre quiso preparar una comida opípara para su familia; así que tomó el mortero con su majador para moler el grano y hacerlo harina. (En aquel tiempo el cielo estaba mucho más cerca que ahora. En efecto, si se alargaba la mano, podía tocarse.) Majó el grano con todas sus fuerzas; sí, machacó el mijo y lo hizo pronto harina. Pero al moler, la mujer se descuidó y alzó el majador tan alto que hizo un agujero en el cielo. En el acto empezó a caer a la tierra mucha agua. No era una lluvia normal. Llovió durante siete días y siete noches hasta que toda la tierra quedó anegada. Conforme caía la lluvia, el cielo se iba levantando, hasta que llegó a la altura inalcanzable que ahora tiene. Desde entonces perdimos el privilegio de tocar el cielo con la mano.
El Diluvio Universal, Miguel Ángel.
En Dios Universal creemos que el diluvio si existió, pero NO fue universal ya que para la época en que se escribieron estas narraciones todos pensaban que la Tierra era plana y su dimensión solo alcanzaba al poblado donde vivía la tribu o comunidad que padeció una inundación por copiosas lluvias.
Pero, tenemos que señalar que igualmente en la actualidad también hay inundaciones en distintas partes en el planeta Tierra y lluvias copiosas, verdaderos diluvios. No obstante, es importante que nos percatemos que no son diluvios universales, para ello tendría que inundarse todo el Universo, o al menos el planeta.
La ciencia nos indica que no ha ocurrido un diluvio o una inundación a nivel mundial. Pueden sí, haber existido incontables inundaciones, ríos desbordados, tsunamis, lluvias copiosas y otras catástrofes naturales de distinta magnitud en la mayor parte del planeta en distintos tiempos. Reputados geólogos indican que al concluir el período glacial, aumentó el nivel de los océanos y que se presentaron inundaciones como el de la cuenca del Mar Negro. Otros científicos hablan del posible impacto de algún meteorito que haya causado un cataclismo y tsunamis gigantes.
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Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Diluvio_universal
http://www.diosuniversal.com/Quien-es-Dios/Capitulo-4-Los-Libros-Sagrado...
https://www.youtube.com
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