Adoración del fuego
Por adoración del fuego se entiende la acción de rendirle culto a este elemento, considerándolo sagrado en sí mismo o bien, representante de alguna divinidad. La veneración al fuego fue el rasgo característico de casi todos los pueblos de la Antigüedad junto con el culto al Sol, de quien no puede fácilmente disociarse, ya que los dioses solares a veces también lo eran del fuego. En la mayoría de las culturas se registran rituales, leyendas, pinturas, toda clase de escritos y representaciones artísticas para su detección. La simbología del fuego, en cambio, describe los diversos significados e interpretaciones atribuidos en las religiones, en las diversas culturas y en los rituales. En el esoterismo, en la alquimia y en la astrología se le es concedida una gran importancia para el ser humano.
Desde que el humano comenzó a dominar el fuego, se presentó un problema importante: encenderlo. De ahí que las religiones se convirtieran en las guardianas del fuego: mantener un fuego permanente era importante por si los fuegos domésticos se apagasen, y de ahí que todas las religiones, todavía ahora, mantengan un fuego encendido en el santuario.
El culto del fuego siguió al que se tributaba al Sol y casi todos los pueblos lo adoraron como el más noble de los elementos y como una viva imagen del astro del día. Los caldeos lo tenían por una deidad suprema. Sin embargo, en Persia es donde se extendió su culto casi exclusivamente. Se encontraban por todas partes cercados cerrados con muros y sin techo, dentro los cuales, se encendía asiduamente el fuego en donde el pueblo devoto venía a ciertas horas para rogarle. Los grandes señores se arruinaban arrojando en él esencias preciosas y flores odoríferas, privilegio que miraban como uno de los mejores derechos de la nobleza. Estos templos descubiertos fueron conocidos de los griegos con el nombre de Pyreia (Πυραία) o Pyrateia (Πυραταία). Los viajeros modernos hablan también de ellos como de los más antiguos monumentos del culto del fuego. Cuando un rey de Persia estaba agonizando, se apagaba el fuego en las principales ciudades del reino y no se volvía a encender hasta después de la coronación de su sucesor. Estos pueblos se imaginaban que el fuego había sido traído del cielo y puesto sobre el altar del primer templo que Zoroastro había mandado edificar en la ciudad de Xis, en la Media. Estaba prohibido arrojar a él nada que no fuese puro, llegando a tal punto la superstición que nadie osaba mirarlo atentamente. En fin para más imponer, los sacerdotes lo conservaban secretamente y hacían creer al pueblo que era inalterable y se alimentaba de sí mismo. Hyde ha creído que este culto tenía por único objeto representar al Ser Supremo.
En la mitología griega, el Etna era el volcán en cuyo interior se situaban las fraguas de Hefesto, que trabajaba en compañía de cíclopes y gigantes. El monstruoso Tifón yacía debajo de esta montaña, lo que causaba frecuentes terremotos y erupciones de humo y lava.v
Sea lo que fuere, esta costumbre pasó a Grecia. Ardía un el sagrado en los templos de Apolo en Atenas y en Delfos, en el de Ceres en Mautíuaa, en el de Minerva en el de Júpiter Ammon, y en las pritaneas de todas las ciudades griegas, donde ardían continuamente las lámparas cuidando muy particularmente que no se apagasen. Los romanos imitadores de los griegos adoptaron este culto y Numa fundó un colegio de vestales, cuyas funciones consistían en conservar el fuego sagrado. Esta religión subsistió entre los guebros o parsos, como también en muchos pueblos de América, entre otros, en Virginia. Cuando estos pueblos volvían de alguna expedición militar o habían salido felizmente de un peligro inminente, encendían un gran fuego y atestiguan su alegría danzando a su alrededor con una calabaza o campanilla en la mano, como dando gracias a este elemento por haberles salvado la vida.
Jamás empiezan sus comidas sin haber arrojado antes al el fuego primer bocado a modo de una ofrenda todas las tardes los encienden cantando y danzando a su alrededor.
El fuego es igualmente una de las principales divinidades de los tártaros. No permiten acercar a su territorio a ningún extranjero, sin que antes se haya purificado pasando por entre dos hogueras. Evitan con gran cuidado meter en el fuego un cuchillo ni aún tan solo tocarlo con este instrumento. Sería un crimen mayor astillar la madera con hacha cerca las llamas. Antes de beber tienen la costumbre de volverse hacia al medio día que es el lado que, según ellos, corresponda el fuego, en honor del cual edifican también sus cabañas con la puerta que mire a esta parte. Se construía expresamente una cabaña en el lugar en que estaba acampado el emperador de Monomotapa, en la cual se encendía un el que se conservaba con un cuidado religioso.
Tragafuegos indio en Bélgica. Para que la llamarada se produzca se sopla el combustible a través de la llama en presencia de oxígeno.
Los antiguos africanos tributaban los honores divinos o este elemento y mantenían en sus templos un el eterno.
Los yakouts, población de Siberia, creen que existe en el fuego, un ser a quien atribuyen el poder de dispensar los bienes y los males y le ofrecen sacrificios perpetuos. Los indios vecinos de las orillas de Columbia miraban el fuego como un ser poderoso y terrible. Le ofrecían constantemente sacrificios y le suponían igualmente árbitro del bien y del mal. Buscaban su apoyo porque solo él podía interceder con su protector alado y procurarles todo lo que deseaban como hijos varones, esto es, una pesca y una caza abundante, en una palabra todo lo que a su modo de ver constituía la riqueza y el bienestar.
Los chinos que habitan los confines de Siberia reconocen un dios del fuego. Durante la residencia de M. Pailas en Maiinatschiu, se pegó el en la población; las llamas devoraban muchas casas y sin embargo, ningún habitante procuraba atajarlo. Todos permanecían alrededor del incendio en una consternación inactiva; algunos arrojaban tan solo por intervalos gotas de agua al el para apaciguar al dios, que decían, había escogido sus habitaciones por un sacrificio. Si los rusos no hubiesen extinguido el incendio, toda la ciudad hubiera quedado reducida a cenizas.
Fuego en la ceremonia de la cena del solsticio de invierno.
Significado simbólico e iconología
Este elemento tuvo altares, sacerdotes y sacrificios en muchísimas comunidades del planeta. Los romanos lo representaban bajo la figura de Vulcano en medio de los cíclopes. Una vestal cerca de un altar sobre el cual arde el fuego sagrado o una mujer teniendo un vaso lleno de él con una salamandra a sus pies son también símbolos por medio de los cuales los antiguos representaban el fuego. Cesare Ripa y Gravelot han juntado a estos emblemas la presencia del Sol, principio del calor y de la luz, y el fénix, que muere y renace en este elemento; expresión jeroglífica de la opinión de los filósofos que creían que el mundo sería consumido algún día por las llamas para renacer más brillante y perfecto.
La masonería también incluye el fuego entre sus símbolos: es uno de los cuatro elementos que, al igual que en las culturas de la Antigüedad, son presencia permanente en el lenguaje y en los trabajos de las logias. La masonería toma el significado simbólico antiguo del fuego y reconoce su doble naturaleza: creación e iluminación, por un lado, y destrucción y purificación, por el otro.
Motivos de adoración
De acuerdo a diversos especialistas, desde siempre la religión primitiva tuvo un origen biológico, un desarrollo evolucionario natural, aparte de las asociaciones morales y de toda influencia espiritual.
En el caso del fuego, es fácil suponer los motivos de su adoración. Básicamente, se le rendía culto por la fascinación que éste provocaba y por su origen desconocido, lo que impactó a casi todos los pueblos primitivos.1 Se piensa que el culto al fuego surgió en la prehistoria, más exactamente en el paleolítico medio (150.000 a.C. - 40.000 a.C), con la aparición del Homo Neardenthalensis.
Se presume además que, en los períodos de prolongadas lluvias, donde todo el fuego de la aldea se encuentre extinto, se hubiese carecido de dicho elemento durante meses y tal vez hasta años. En tal caso, es seguro que la persona que haya logrado devolverlo a la aldea sería considerada como un héroe. A partir de ese punto, se interpreta que el fuego fue sinónimo de salvación, protección y alimento, es esa la causa del elaborado culto que se le rindió más tarde.
Fresco de Prometeo por Christian Griepenkerl.
En la mitología griega, el mito que explica el origen del fuego es el mito de Prometeo, un titán hijo de Japeto y Climene, cuyo nombre, en griego, significa Vidente.
Según este mito, Prometeo, quien disfrutaba de encolerizar a Zeus, creó a los seres humanos con arcilla mojada por sus lágrimas. La diosa Atenea, su amiga, al ver sus creaciones decidió otorgarles el don de la sabiduría. Pasado un tiempo, el hijo de titanes les enseñó a hacer sacrificios a los dioses, a navegar y a cultivar y pastorear ganado, además de a controlar el fuego.
En cierta ocasión estalló una disputa sobre qué parte de la víctima de un sacrificio correspondía a los dioses y cuál a los humanos. Prometeo, elegido juez, hizo dos bolsas con el pellejo del animal, en una depositó su carne tapada por las vísceras y en la otra puso los huesos cubiertos con la grasa atractivamente colocada. Entonces, le pidió a Zeus que eligiera una de ellas. Éste seleccionó la de huesos, pues le pareció la más atractiva, pero cuando se dio cuenta del engaño, arrebató el fuego a los hombres.
Prometeo, enojado, decidió tomar un poco del fuego sagrado olímpico para entregárselo a la humanidad, con una rama seca. Luego de esto, partió hacia la Tierra con el carro de Helios, el dios solar, para cumplir su noble propósito. Cuando Zeus vio lo que el titán había hecho, creó a una mujer llamada Pandora, a la cual todos los dioses dotaron con sus habilidades, e incluso sembraron en ella la semilla de la maldad. Le otorgaron una caja que supuestamente contenía muchos presentes para Prometeo, aunque en realidad en su interior se reunían todas las desgracias inimaginables. Pandora acudió a la Tierra para intentar seducir a Prometeo y a su hermano Epimeteo, pero mientras el primero se mantuvo impasible, el segundo no se resistió a sus encantos. Pandora finalmente abrió la caja y de allí salieron todos los males y la muerte. Entonces, Zeus decidió enviar un Diluvio para dejar la Tierra libre de seres vivientes; y, como castigo, colocó a Prometeo en la cima de una montaña donde un águila le comía el hígado.
El fuego fue adorado por casi todos los pueblos de la Edad Antigua.
Los indígenas de Nueva Zelanda, llamados maoríes, fueron los habitantes originarios de dicho país. Se establecieron allí en sucesivas migraciones, iniciadas hacia el siglo X y concluidas en el XIV, procedentes de la Polinesia oriental (islas Cook, de la Sociedad o incluso Hawaii). Se dice que crearon una cultura totalmente independiente de las demás culturas de la Polinesia o de otros archipiélagos, cuyas ideas predominantres eran las de sacrificio, canibalismo y adoración.
Su mitología describe cómo el héroe de su cultura, Maui, bajó del cielo para enseñarles a los hombres el arte de hacer fuego, con dos pedazos de madera. Él consiguió fuego originalmente a expensas de molestar a la Gallina Celestial, totalmente hecha de fuego, quien en ese entonces estaba protegiendo a sus pollitos. Cuando ésta se levantó, robó a uno de ellos y se lo dio a los hombres. Se dice además de este héroe que murió luchando contra la diosa de la muerte.
Los rituales maoríes más llamativos han sido siempre los de adoración a los volcanes, a quienes consideraban sagrados por ser la morada de los dioses. Se ofrecían en los volcanes los animales recientemente sacrificados para apaciguar su ira y saciar su hambre, además se tienen indicios de que ciertas aldeas maoríes hacían pequeñas reproducciones de volcanes con el objetivo de encontrar una mejor forma de comunicación con las deidades de la fuerza, el fuego y el calor.
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Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Fuego
https://es.wikipedia.org/wiki/Simbolog%C3%ADa_y_adoraci%C3%B3n_del_fuego
https://www.youtube.com/
Fotos:
https://commons.wikimedia.org/wiki/Main_Page
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pourquoi._Lit_candle._(22590133777).jpg
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Chimney_Fire_0002.jpg