Si Dios fue el creador de todo, entonces creó al Diablo... Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Formaría parte de Dios el mal, además del bien?...
Según las religiones antiguas como el cristianismo, el Diablo es un ser sobrenatural maligno, y tentador de los hombres. En el Nuevo Testamento cristiano se identifica a este ser con el Satán hebreo del Libro de Job (1:6-8) en la Biblia, con el Diablo del Evangelio de Mateo (4:8-10), con la serpiente del Génesis (3:1-5) y con el gran dragón del Apocalipsis (12:9), todos como un solo personaje.
Algunas corrientes de brujería moderna consideran que la figura del Diablo se ha tomado de la figura del dios pagano de los brujos, asimilada a Satán en los primeros siglos del cristianismo. Pero son rigurosos al establecer que no existe ninguna relación fuera de la etimológica entre su Diablo también llamado Divell y el Diablo cristiano. Gerald Gardner, el fundador de la Wicca, hace mención de este Divell convertido en Diablo en su libro Witchcraft today (1951), como una forma mitológica del antiguo dios europeo de la Naturaleza. Desde el punto de vista del Satanismo laveyano no es una deidad, sino una representación de los instintos carnales.
Quienes creen en una Presencia o una Conciencia Universal, el bien y el mal estarían presentes en la misma entidad. En todo el Universo coexistirían los polos negativo y positivo. El bien y el mal, la oscuridad y la luz, convivirían en el Cosmos, en Dios, en una única conciencia universal y en cada ser.