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Mitología Celta

La mitología celta es conocida por una serie de relatos de la religión de los celtas durante la edad de hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa.
Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos, esta mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
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Santos de las Catacumbas: De misterio a atracción turística

Los santos de las Catacumbas son cadáveres de la Antigua Roma que fueron exhumados, recibieron nombres ficticios y entre los siglos XVI y XIX fueron enviados al extranjero como reliquias. Eran decorados profusamente con oro y piedras preciosas.

Durante la llamada "tormenta de las estatuas" del siglo XVI y la iconoclasia del siglo XVII, las iglesias católicas de Europa se vieron privadas sistemáticamente de sus símbolos religiosos, iconografía y reliquias. Como respuesta, el Vaticano ordenó que miles de esqueletos fueran exhumados de las catacumbas romanas para ser trasladados a ciudades de Alemania, Austria y Suiza.

Algunas familias ricas de Baviera coleccionaban estos santos como si fueran barajitas. En el siglo XIX ya se habían descubierto muchas de estas falsas reliquias; a algunas les retiraron sus elementos decorativos y fueron destruidas, mientras que otras fueron almacenadas.

Hoy las catacumbas, sin los cadáveres, son una de las atracciones turística de Roma.
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Vivir sin Religión

Vivir sin religión o la irreligión es el hecho de no practicar o seguir un credo organizado. Este término engloba nociones muy diversas: El ateísmo, el agnosticismo, el deísmo, el escepticismo religioso, el librepensamiento, el laicismo e incluso el teísmo filosófico. En particular, ser irreligioso no implica necesariamente una falta de creencia en uno o más dioses. En los estudios demoscópicos la irreligión se expresa como "sin religión" o "sin afiliación religiosa".

Kólob: El punto más cercano al trono de Dios

Para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Kólob es una estrella o planeta que constituiría el lugar más cercano al trono o residencia física de Dios. La mención de este supuesto cuerpo celeste se encuentra en el Libro de Abraham, uno de los textos canónicos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y otras denominaciones mormonas.

Una parte del Libro del Abraham declara que Abraham "vio las estrellas... y que una de ellas se hallaba más próxima al trono de Dios;... y el nombre de la mayor es Kólob". Por lo tanto, Kólob es referido como una "estrella".
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Otra interpretación metafórica (ortodoxa, pero relativamente poco recurrente en el mormonismo) sugiere que Kólob debe interpretarse como una metáfora de Jesús, y no como una estrella o un planeta real.

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Jaredí: La Otra Cara del Judaísmo

Los jaredíes son judíos ortodoxos cuya práctica religiosa es especialmente devota. Los jaredíes afirman, al igual que todo el judaísmo ortodoxo, que la Torá entregada en el Monte Sinaí por Dios, con sus respectivas leyes, constituye el "manual de instrucciones del mundo". Para ellos la Torá es el código que permite, en términos fundamentales, el comportamiento armónico de la Creación y los creados, la regulación de sus leyes y principios, y los métodos que llevarán a cada individuo a unirse a Dios para disfrutar de deleite infinito, máximo objetivo de la creación del mundo.

Sin embargo, a pesar de que otros grupos judíos ortodoxos (ya sean jasídicos u ortodoxos modernos) aceptan esta afirmación, hay diferencias entre todos los grupos en cuanto al comportamiento en ámbitos no legales; es decir, en el ámbito de la cosmovisión individual y colectiva, que no está reglamentada por la Torá.

Los jaredíes no se definen a sí mismos como ultraortodoxos, sino como judíos ortodoxos jaredíes "los que tiemblan", en el sentido de "los que tiemblan ante Dios", o los "que temen a Dios".
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