Teresa de Calcuta, de nombre secular Agnes Gonxha Bojaxhiu y también conocida como Santa Teresa de Calcuta o Madre Teresa de Calcuta, nació el 26 de agosto de 1910, en Skopie, República de Macedonia y se naturalizó India en 1950.
Asumió los hábitos como monja católica y como tal fundó la congregación de Las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950. Su orden comenzó a propagarse por el mundo a partir de 1965, cuando su congregación se estableció en Venezuela con tan solo cinco hermanas. Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos. Tras su muerte, el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, fue beatificada por el papa Juan Pablo II. Su canonización fue aprobada por el papa Francisco en diciembre de 2015, después de que la Congregación para las Causas de los Santos reconociera como extraordinaria la curación de un brasileño enfermo en estado terminal. El acto oficial de canonización tuvo lugar en Roma en la mañana del domingo 4 de septiembre de 2016.
En esa oportunidad, el Papa afirmó que "quizá tendremos un poco de dificultad en llamarla Santa Teresa. Su santidad es tan cercana a nosotros, tan tierna y fecunda que nos resultará espontáneo seguir llamándola Madre Teresa".
En el acto, unas mil 500 personas que recibían techo o comida en casas de las Misioneras de la Caridad de toda Italia ocupaban el puesto de honor a la izquierda del altar.
Al final, recordando otro detalle de humanidad, el Papa citó una frase que solía repetir la nueva santa en sus viajes por el mundo: "Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír".
Agnes descubrió su vocación desde temprana edad, y para 1928 ya había decidido que estaba destinada a la vida religiosa. Fue entonces cuando optó por cambiar su nombre a Teresa en referencia a la santa patrona de los misioneros, Teresa de Lisieux. Si bien dedicó los siguientes 20 años a enseñar en el convento irlandés de Loreto, comenzó a preocuparse por los enfermos y por los pobres de la ciudad de Calcuta. Esto la llevó a fundar una congregación con el objetivo de ayudar a los marginados de la sociedad, primordialmente enfermos, pobres y personas que no tenían hogar.
Recibió elogios de muchas personas, gobiernos y organizaciones. También enfrentó críticas de quienes consideraban que tenía una mentalidad reaccionaria y una prédica constante del consuelo y el conformismo. Era reacia al suministro de analgésicos alegando que el sufrimiento en las personas las acercaba más a Jesús..